Astucia de unos, ignorancia de otros; y ambición desmedida de todos, es igual a pirámides financieras.
Expiraba el año 2007 en mi ciudad natal, un municipio enclavado en las montañas del sur de Colombia, cuando empezó a correr de boca en boca un rumor. En una panadería de la ciudad, a la hora de mayor venta; la familia más feliz del mundo entró a tomar un refrigerio, pidieron gaseosa con pan como cualquier cliente, pero era una familia diferente a las demás; su prosperidad económica se notaba a leguas; llegaron en un bonito y costoso carro último modelo y vestían ropa de costosas marcas, pero no eran de la clase política elitista de Colombia, era una familia normal que no temían ser secuestrados y extorsionados. Suena el teléfono celular del papá y se inicia una conversación larga y ruidosa; al oír la conversación de su papá, los niños saltaban de emoción y júbilo, tendrían una navidad inolvidable en la isla de san Andrés al norte de Colombia, conocerían el mar por primera vez, volarían en avión y recibirían el regalo soñado; el padre, con el teléfono celular en su oído, pide una hoja de papel a una persona que atendía a los clientes en el local, y no era para más, empezó a escribir nombres, nombres y más nombres de familiares y amigos; su esposa cerca de él tecleaba en su calculadora una larga suma; ¿el resultado final?, cuatro millones de pesos. La familia hacia una lista de los regalos que darían en aquella navidad; era obvio que disfrutaban de una gran solvencia económica. En el carro y en las camisas de los miembros de la familia, había una sigla que en aquel momento era conocida para muchas personas como símbolo de prosperidad: DMG.
Aquella familia, representaba el anhelado deseo de todos los mortales, de tener prosperidad económica, de tener unas maravillosas vacaciones y de poder darles a los hijos un futuro mejor en un país azotado por la pobreza y el desempleo, donde incluso la salud y la educación se han convertido en privilegios, creando un ambiente que ha propiciado el crecimiento de los más sanguinarios carteles de drogas ilícitas que mueven millones de dólares a un alto precio pagado con sangre de colombianos. Pero esta vez era diferente, cualquier persona podía convertirse en aquella familia solvente y próspera que desayunó una mañana en una panadería de la ciudad; un joven hombre llamado David Murcia Guzmán que hace apenas cinco años era uno más de los millones de pobres que habitan en el país, que trabajaba duro para subsistir con unos pocos pesos y sin estudios relacionados con la economía y las finanzas; había descubierto el secreto de la prosperidad, el secreto para multiplicar el dinero de manera segura y con poco esfuerzo; había creado una empresa cuyo objeto social era la comercialización de bienes y servicios; la había creado en la ciudad de la Hormiga, departamento del Putumayo al sur de Colombia y el frenesí de clientes generaba la sospecha de que la empresa hacia algo más extraordinario que vender bienes y servicios. Para muchas personas no era un secreto el verdadero negocio, solo había que entregar cualquier cantidad de dinero superior a cien mil pesos a cambio de una tarjeta prepago con la cual se podía adquirir todo tipo de mercancía a un precio extrañamente más costoso que las comercializadoras de la competencia; pero había algo más, si usted no compraba ningún artículo, la tarjeta no caducaba, y seis meses más tarde podría reclamar nuevamente su dinero con un dividendo equivalente al cien por ciento del dinero entregado inicialmente por el cliente; también se podía recibir un dividendo equivalente al diez por ciento cada mes durante periodos de cinco meses, y no era indispensable usar la tarjeta para comprar bienes y servicios; incluso si el cliente gastaba el valor total de su tarjeta en compra de mercancía, una vez vencido el contrato, el dinero era devuelto al cliente, y el cliente satisfecho quedaba con su dinero y con los artículos comprados; pero el verdadero negocio no era comprar la mercancía que era comercializada a un precio muy poco competitivo, el negocio era ver crecer el dinero de una manera tan mágica y sorprendente, que se despertó la suspicacia de los entes de control del estado y de los periodistas que veían desconcertados un verdadero milagro similar al relatado en los evangelios de la biblia. La empresa siempre sostuvo que los réditos sorprendentes eran el pago a sus clientes por la publicidad boca a boca que hacían a la empresa, era obvio que había que diseminar la inversión tan formidable que habías hecho, había que atraer más clientes para que aprovecharan la extraordinaria oportunidad para salir de pobres, y la feliz familia que desayunó aquella mañana en una panadería de mi ciudad, ¡sí que lo hizo bien!, el rumor se regó como pólvora y no tardaron en aparecer ofertas que pocos querían aprovechar: se vende esta casa baratísima, se vende esta finca, vendo carro, vendo moto; solo los que no conocían la existencia de DMG o los que dudaban de esa empresa y sus altos rendimientos, aprovecharon la bonanza de muebles e inmuebles a bajo costo, rematados por las personas que querían multiplicar su dinero con un mínimo esfuerzo.
Los dividendos que la empresa conocida como DMG pagaba a sus clientes, eran tan exageradamente anormales, que si Bernard Madoff, el confeso autor de la pirámide financiera más grande jamás descubierta, hubiera empezado pagando un dividendo similar, nadie habría caído en la trampa y la multimillonaria estafa por la que Madoff fue condenado a 150 años de presión, no se habría podido concretar. El fraude habría sido descubierto de inmediato. Pero la cultura económica de los pobladores de Colombia que entregaban su dinero ilusionados con altos rendimientos, era tan baja, que cuando la superintendencia financiera de Colombia ordenó el cese de actividades de la empresa a finales del año 2007, muchos de ellos prepararon multitudinarias marchas en defensa a David Murcia Guzmán, el cerebro de la que sería una de las mayores pirámides financiera en la historia de Colombia.
Las tretas publicitarías usadas por DMG para mantener a raya a sus víctimas ante el asedio de los medios de comunicación, que sospechaban de una estafa y un posible lavado de activos, eran sorprendentes; el cerebro de la empresa, David Murcia Guzmán, se dirigió a sus seguidores invitándolos a la guerra, y el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo quien lidera el grupo AVAL, una importante red de bancos de Colombia, era el enemigo a derrotar; ese malvado banquero era parte de la conspiración para acabar con DMG y evitar que los colombianos pobres tuvieran una vida digna. Los bancos eran los enemigos de DMG, estaban perdiendo sus clientes ya que estos retiraban el dinero de las sedes bancarias para invertir en la empresa de David Murcia, lo cual era cierto; miles de personas se endeudaron en los bancos para ver crecer su dinero, retiraron sus cesantías ganadas con duro trabajo en las entidades del estado y hasta hipotecaron sus bienes inmuebles a las entidades financieras. El argumento esgrimido por el estafador, cae por su propio peso, ya que una empresa que literalmente multiplica el dinero de los pobres, también puede multiplicar el dinero de los ricos si estos deciden invertir parte de su capital, y ninguna clase social se vería afectada negativamente; y David Murcia se delataba al comparar con un banco su comercializadora de bienes y servicios, que según él, no captaba dinero ni pagaba intereses. Las señales de alerta, fueron desechadas por las victimas cegadas por la ambición que motivaba a los estafadores y los estafados. Paradójicamente, lo absurdo e irracional de las empresas que jugaron con la ilusoria mentalidad de miles de colombianos, sigue siendo latente aún en el caso hipotético de que los mecanismos usados para generar las altas rentabilidades, fueran reales; ¡imagina que todas las familias colombianas, pudieran duplicar su capital económico cada seis meses sin ningún esfuerzo! ¿Qué sucedería?, ¿Quién desearía producir los alimentos para sustentar a más de cuarenta millones de bocas hambrientas?, ¿Quién desearía producir la vestimenta, construir las vivientes y mantener funcionando la infraestructura de una sociedad consumista con altos niveles de crecimiento demográfico? Léase, trasporte aéreo y terrestre, malla vial, infraestructura energética… sería el equivalente al absurdo de decir que la pobreza se puede erradicar encendiendo de día y de noche las imprentas de billetes. Que pensarías si una mañana de cualquier día, alguien te pide una firma; una firma para convocar un referendo popular para erradicar la pobreza y el hambre en Colombia, ¿y la propuesta?, que el gobierno declare legal la falsificación de dinero; ¿Qué pensarías de esa “maravillosa propuesta”, ¿no es igual al milagro que ofrecieron algunas empresas de captación de dinero en Colombia como proyecciones DRFE, DMG y People Winner?.
Pero el joven David Murcia no era el único que de repente descubrió el secreto para multiplicar el dinero; entre el año 2007 y 2008, proliferaron en Colombia centenares de casas captadoras de dinero que ofrecían verdaderos milagros financieros. En el mes de febrero de 2008, decenas de empresas captadoras de dinero desaparecieron dejando a miles de clientes sin su dinero, noticia que ocupó los primeros titulares de los medios de comunicación colombianos; pero mientras muchas empresas captadora de dinero se esfumaban con los ahorros de sus clientes, otras entidades abrían sus puertas al público sediento de dinero fácil. Flor Marina Romero de Ráchez dijo haber trabajado cinco años para crear una fórmula matemática que le permitía pagar el cien por ciento de dinero en un mes y creó la fundación de vecinos ganadores Fuvegan “People Winner” que operó en los llanos orientales y el centro del país. El canal de televisión Bogotano City TV se dio a la tarea de contactar un matemático experto quien desmintió el hecho de que pudiera existir una fórmula matemática para multiplicar el dinero; pero según los clientes satisfechos, aquel matemático mentía, ¿cómo era posible que la empresa estuviera cumpliendo con el interés ofrecido?; People Winner empezó pagando puntualmente usando el mismo dinero de sus clientes, quienes tomaban confianza y no retiraban su inversión; la empresa funcionó durante más de un año hasta que un día de marzo de 2008 cerró sus puertas dejando a más de cien mil personas estafadas. La creadora de la pirámide financiera fue capturada el 10 de julio de 2008 tras permanecer prófuga de la justicia; esta vez no se convocó una marcha en defensa de la otrora empresaria próspera que ayudaba a los pobres; las pancartas halagadoras que la acompañaron en su primer encuentro con la justicia en febrero de 2008, quedaron en el olvido.
Olga Lucia Bernal, pagaba desde hace unos diez años, el diez por ciento de interés en la ciudad de Zipaquirá en el centro de Colombia en su empresa conocida como inversiones H y R; a mediados de 2008 dejó de pagar dejando a más de cuarenta mil estafados; el materialismo salvaje de las víctimas llegó lejos, tan lejos, que como garantía del dinero invertido, un día de septiembre de 2008 los enfurecidos inversionistas secuestraron al sobrino de la otrora empresaria “altruista” en la sede donde funcionó la empresa; Cesar Bernal fue rescatado después de 24 horas de cautiverio en una violenta escaramuza de quienes veían cómo se esfumaba su dinero. Las pirámides seguían cayendo como fichas de dominó; pero nada disuadía a los clientes de DMG de seguir entregando el dinero a la empresa; seguían a David Murcia con un fervor casi religioso, y para ellos David Murcia era un hombre que quería ayudar al pueblo y no un estafador.
En el mes de noviembre; la gigantesca pirámide financiera montada por Carlos Alfredo Suárez conocida como proyecciones DRFE, se vino abajo causando un caos que llevó al gobierno a decretar la emergencia social en el país; proyecciones DRFE creció tanto, que logró abrir oficinas en casi 50 ciudades de Colombia, y se extendió hasta Ecuador, donde las autoridades actuaron rápido y cerraron la empresa, pero miles de ecuatorianos alcanzaron a ser timados. Proyecciones DRFE también captó el apoyo social a ambos lados de la frontera colombo-ecuatoriana, miles de ecuatorianos cruzaron la frontera para depositar su dinero en Colombia, luego de que las autoridades del vecino país clausuraran la empresa en el mes de septiembre de 2008; los ecuatorianos no se sentían estafados, ¡fue la policía quien nos robó! Eso decían.
Amparado en la emergencia social decretada en noviembre del 2008, el gobierno logró intervenir la empresa de David Murcia Guzmán, una empresa blindada jurídicamente con el acero de una normatividad débil y unas leyes laxas que permitieron que la pirámide financiera creciera desde un pequeño pueblo del departamento del Putumayo, hasta ocupar casi todo el país, amparada por la corrupción administrativa que abunda en Colombia. David Murcia fue capturado en Panamá y traído a Colombia, sus víctimas no se sentían estafadas por él y lo apoyaban con multitudinarias marchas hasta el lugar donde se celebraban las audiencias de juzgamiento. Fue solicitado en extradición por Estados Unidos, y en el juicio que se adelanta en su contra en Colombia por captación ilegal de dinero y lavado de activos, se sigue revelando la madeja de mentiras, artimañas financieras y la corrupción administrativa que permitió que se concretara la estafa. Una estafa que no es estafa, porque fue en gobierno quien nos robó, siguen diciendo los más adeptos feligreses de David Murcia Guzmán.
El ardid que llevó a la ruina a miles de colombianos es tan sencillo como antiguo, y data desde la España de finales del siglo XIX. En aquella época surgió una próspera empresaria conocida con el nombre de Baldomera Larra a quien se le ocurrió un día una brillante idea: pidió prestada a una amiga una onza de oro y le ofreció devolvérsela duplicada en un mes. Baldomera buscó otra amiga ofreciéndole la misma rentabilidad, la cual aceptó la excelente propuesta. Baldomera ya tenía dos onzas de oro en su poder y con esas dos onzas de oro le pagó a la primera amiga, quien se sorprendió del milagro que había visto y diseminó la historia entre más amigos, los cuales entregaron dinero a Baldomera para verlo duplicado; y la pícara pagaba el interés con el mismo dinero que le entraba a borbotones. Al ver el milagro que ocurría, los clientes de Baldomera dejaban el dinero con las ganancias en manos de la prodigiosa empresaria, que decía que tenía un secreto que no podía revelar; fue conocida como la madre de los pobres, pero cuando empezaron a escasear los clientes, Baldomera empezó a incumplir, se regó el rumor y todos empezaron a reclamar su dinero, pero gran parte del dinero estaba en manos de quienes habían cobrado el absurdo interés y Baldomera escapó con lo que tenia.
Fue en Boston en los años 20 cuando Charles Ponzi dio el golpe que le dio el nombre al esquema que en la actualidad sigue arruinando hasta a los más meticulosos inversionistas. Argumentando la inversión en sellos postales que en Europa eran menos costosos que en Estados Unidos, Ponzi captó el dinero de miles de personas ofreciendo pagar un interés del 45 por ciento en un plazo de noventa días; como en cualquier pirámide financiera, las sospechan empezaron a pulular sobre el excelente negocio; el Boston post publicó un articulo donde se mostraban las incoherencia del negocio de Ponzi; en realidad, el empresario no invertía su dinero en sellos postales, solo se limitaba a pagar los dividendos con el dinero captado de nuevos inversionistas que no querían ser los tontos del barrio que desperdiciaban la gran oportunidad de ganar dinero. El fraude se descubrió, miles de incautos perdieron su dinero y Charles Ponzi terminó en la cárcel.
El auge de las pirámides en Colombia alcanzó tal punto, que los “inversionistas” empezaron a comprender que eran los primeros los que ganaban intereses pagados con el dinero de los últimos inversores incautos que resultaban estafados. Aprendían que se trataba de una estafa, pero participaban del engaño creyendo que no resultarían estafados. Cuando se habría una nueva oficina de captación; centenares de personas se agolpaban para entregar dineros confiados en que recibirían dinero de los siguientes inversionistas; pero los estafadores mutaron el sistema de engaño y empezaron a omitir el esquema Ponzi; ya no esperaban a tener dinero suficiente para pagarle el interés los primeros inversionistas, y luego de pocas semanas, escapaban con el dinero recaudado sin pagarle a nadie. Esta modalidad de timo se repitió una y otra vez en distintas ciudades de Colombia durante todo el año 2008. Las victimas creían ser inteligentes al ser los primeros en invertir, pero se llevaban una desagradable sorpresa; la empresa desaparecía sin efectuar pagos.
La habilidad y la astucia de los estafadores, contrasta con la ignorancia de los engañados; pero es la ambición y la búsqueda de dinero fácil, lo que motiva a ambos bandos, a los estafadores y los estafados. Es la ambición al dinero el cimiento de las pirámides financieras en complicidad, muchas veces, con la inoperancia de los organismos de control y vigilancia. ¿¡Cómo puede ser una estafa si hasta miembros de la policía y el ejército invierten!? Decían algunas personas. ¿¡Cómo puede ser una estafa si están cumpliendo con el pago de dividendos!? ¡A mi me invitó un buen amigo policía!, ¡a mí me dijo mi mamá!, ¡si fuera un robo ya los habrían cogido!, ¡los medios de comunicación nos mienten al decirnos que no inviertan; el gobierno no le conviene que los pobres tengan dinero, dejen trabajar!, ¡podemos hacer lo que queramos con nuestro dinero! Nadie denunciaba ante las autoridades la presencia de oficinas ilegales de captación de dinero; los clientes y víctimas se hacían cómplices de su propia estafa, y esto era la disculpa perfecta para la inoperancia de la autoridad competente. Los niveles de analfabetismo económico, alcanzaron límites asombrosos; de repente, los alquimistas del dinero fácil desaparecían sin dejar rastro; las pirámides financieras colapsaban, y muchas de las victimas engañadas culpaban a los medios de comunicación que habían advertido de un posible fraude, de haber creado pánico financiero como parte de la conspiración a favor de los banqueros y el gobierno.
La fiebre del dinero fácil, tocó todos los niveles de la sociedad colombiana en una fehaciente demostración de que la pobreza y la falta de oportunidades laborales, no era el único incentivo de quienes aventuraron su patrimonio económico o crearon tretas para despojar de su dinero a clientes incautos. La fuerza aérea colombiana reconoció que su comandante, el general Jorge Ballesteros, fue uno de los estafados por una empresa captadora de dinero fundada por tres miembros activos de la entidad. Adriana Arango Muños, una reconocida presentadora de televisión, le llamó a su pirámide C.I Tango Training Ltda. Ante un juez, aceptó los cargos de captación ilícita de dinero y estafa que la fiscalía le imputaba. Durante la crisis del mes de febrero de 2008 fue capturado un policía escolta de la vicepresidencia de la republica quien administraba una oficina captadora de dinero que estafó a cientos de personas entre civiles y policías. Absalón Reyes Escamilla un prestante empleado de la secretaría de obras públicas y presidente del sindicato de trabajadores municipales del departamento de Meta, en contubernio con su esposa Adriana Lucia Arango, crearon una empresa captadora de dinero con el nombre Chain Swift; estafaron a sus propios colegas y otros cientos de inversionistas confiados en aquel funcionario “honesto y responsable”. No faltaron los casos de quienes teniendo estabilidad laboral, renunciaron a su trabajo para dedicarse a vivir de los dividendos milagrosos que ofrecían empresas como proyecciones DRFE y DMG.
El nombre de Dios también fue muy efectivo para captar la atención de quienes querían multiplicar dinero como panes y peces. En el departamento de Boyacá, la fundación Divino Niño Jesús de Praga, se fue con el dinero de 17.000 incautos inversionistas. Un pastor evangélico en la ciudad de Cali le llamó a su empresa “fundación, de esclavo a príncipe”; el milagro consistía de entregar dinero al pastor, para que mágicamente se multiplicara, pero era necesario traer otros dos amigos que entregarían sumas similares de dinero. En el sector de la soledad en la ciudad de Bogotá, los hermanos Góngora montaron una casa de oración donde se hacían milagros; el pastor captaba dinero de sus fieles ofreciendo multiplicarlo en corto tiempo; no valió la fe de los incautos ahorradores, los hermanos Góngora que se hacían llamar pastores evangélicos, se volaron con más de seis mil millones de pesos dejando a sus fieles literalmente, “a la buena de Dios”.
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Expiraba el año 2008, y todos sabemos que en diciembre es cuando todos quieren gastar su dinero; comprar los regalos, irse de vacaciones o disfrutar de una feliz fiesta. Todos querían su dinero depositado en las empresas captadoras, y el engaño se hizo visible; no había dinero. ¿Quién se lo robó?, gran parte del dinero pasó a manos de los pocos que alcanzaron a recibir rendimiento insólitos; es como si cien personas arrojaran un dólar dentro de una bolsa, y luego los primeros en depositar el dinero, empezaran a sacar tres dólares cada uno; es obvio que el dinero se acabara cuando 33 personas saquen sus tres dólares. El negocio de las pirámides es similar, sólo que los creadores del esquema no planearon irse sin dinero, y mucho dinero es consumido por los gastos que dimana la empresa; y no todas las 33 personas volverán a ver su “inversión”. En el mes de noviembre, cuando miles de personas querían reclamar su dinero en el suroccidentes de Colombia; sólo se encontraron panfletos ofensivos donde se burlaban de la ingenuidad de los “inversionistas”: “pastusos giles, nos fuimos, gracias por confiar en nosotros”, fue el letrero que encontraron los inversionistas de la ciudad de Pasto cuando pretendían reclamar los dividendos que ofrecía una empresa de captación de dinero.
Los habitantes de Santander de Quilichao en el departamento del Cauca, entregaron su dinero a una empresa llamada “inversiones J.E.G”; los “altruistas” empresarios huyeron dejándoles este panfleto:
“Estimados inversionistas gracias por confiar en nosotros y depositar en nuestras arcas lo que ni ustedes tienen empeñar a unas tasas de usura o vender lo necesario con el fin de obtener unas ganancias ilógicas sin tener que trabajar. Ahora, por estúpidos y creer en brujas tendrán que trabajar mucho más para reponer esas platas que en gran mayoría no eran ni suyas. En nuestras sedes, les dejamos las cuatro sillas más caras que puedan existir en el mundo, por favor, cuídenlas que es un gran recuerdo de nosotros, están avaluadas en aproximadamente dos mil millones de pesos. Y recuerden, las únicas pirámides que existen y no se van, son las de Egipto. Les deseamos una triste navidad y vergonzoso año nuevo pelado”.Las pirámides en Colombia solo dejaron más pobreza; son pocos los que se dan el lujo de decir que recuperaron su inversión. Las venganzas y los suicidios le han costado la vida a decenas de personas; hay familias destruidas y proyectos frustrados: Los que se iban a casar. Los que iban a salir de vacaciones. Los que quería estudiar. Los que costeaban su tratamiento médico… Ahora recuerdan con nostalgia al amigo que los invitó y lamentan haber comprometido a su familia en un negocio absurdo y antiético. Solo una fracción de los estafadores esta a órdenes de la justicia. La feliz familia que desayunó una mañana en una panadería de mi ciudad, dando a conocer la dicha que DMG les había traído; y la batalla de la empresa de David Murcia contra Luis Carlos Sarmiento y el grupo AVAL , hoy se conoce que se trató de parte de una voraz estratagema de marketing viral para captar clientes.
Las pirámides financieras, empiezan cumpliendo sus promesas; es ahí cuando aprendemos que no solo “hay que ver para creer”; muchas veces no se debe de creer aun cuando se esté viendo.